Jan 31, 2009

Sobre el Trabajo


Y así, en algún punto de nuestro crecimiento, conectamos con nuestras emociones y éstas nos llevan donde debemos estar. Nos llevan a la introspección, nos llevan a aprender de nuestras experiencias, a pulir nuestras capacidades, a madurar. Y desde ese punto de madurez, somos capaces de erguirnos como lo que somos y proyectarlo al resto como parte de nuestro camino de aprendizaje. El trabajo duro alineado con el planeamiento visionario y realista, nos empuja a un progreso constante, a una expansión de creatividad, a un auto-descubrimiento. Sin más, despertamos un día, llenos de una felicidad inexplicable, y vemos la puerta que nos conduce a eso que soñábamos desde que éramos pequeños. Recordamos las veces que nos dijeron "no se puede" y al abrirla, sonreímos.

Que el área laboral en cada una de sus vidas sea la realización de sus más grandes pasiones, sus más elevados sueños. Que conecten con ellos desde lo más profundo y que tengan el coraje y la perseverancia para tomarlos de la mano e invitarlos a caminar.

Aquí una cita que acabo de recibir, con lágrimas en los ojos, de mi mejor amigo. Una de esas almas tan escasas como los tréboles de cuatro hojas, cuyo mejor regalo ha sido el enseñarme la definición de amistad. 

Entonces, dijo el labrador: Háblanos del trabajo.

Y él respondió, diciendo:

Trabajáis para seguir el ritmo de la tierra y del alma de la tierra.

Porque estar ocioso es convertirse en un extraño en

medio de las estaciones -y salirse de la procesión de la

vida, que marcha en amistad y sumisión orgullosa hacia

el infinito.

Cuando trabajáis, sois una flauta a través de cuyo corazón

el murmullo de las horas se convierte en música.

¿Cuál de vosotros querrá ser una caña silenciosa y

muda cuando todo canta al unísono?

Se os ha dicho siempre que el trabajo es una maldición

y la labor una desgracia.

Pero yo os digo que, cuando trabajáis, realizáis una

parte del más lejano sueño de la tierra, asignada a vosotros

cuando ese sueño fue nacido.

Y, trabajando, estáis, en realidad, amando a la vida.

Y amarla, a través del trabajo, es estar muy cerca

del más recóndito secreto de la vida.

 

Pero si, en vuestro dolor, llamáis al nacer una aflicción

y al soportar la carne una maldición escrita en

vuestra frente, yo os responderé que nada más que el

sudor de vuestra frente lavará lo que está escrito.

Se os ha dicho también que la vida es oscuridad y, en

vuestra fatiga, os hacéis eco de la voz del fatigado.

Y yo os digo que la vida es, en verdad, oscuridad

cuando no hay un impulso.

Y todo impulso es ciego cuando no hay conocimiento.

Y todo saber es vano cuando no hay trabajo.

Y todo trabajo es vacío cuando no hay amor.

Y cuando trabajáis con amor, os unís con vosotros

mismos, y con los otros, y con Dios.

¿Y qué es trabajar con amor?

Es tejer la tela con hilos extraídos de vuestro corazón

como si vuestro amado fuera a usar esa tela.

Es construir una casa con afecto, como si vuestro

amado fuera a habitar en ella.

Es plantar semillas con ternura y cosechar con gozo,

como si vuestro amado fuera a gozar del fruto.

Es infundir en todas las cosas que hacéis el aliento

de vuestro propio espíritu.

Y saber que todos los muertos benditos se hallan

ante vosotros observando.

He oído a menudo decir, como si fuera en sueños:

«El que trabaja en mármol y encuentra la forma de su

propia alma en la piedra es más noble que el que labra

la tierra.»

«Aquel que se apodera del arco iris para colocarlo en

una tela transformada en la imagen de un hombre es

más que el que hace las sandalias para nuestros pies.»

Pero, yo digo, no en sueños, sino en la vigilia del

mediodía, que el viento no habla más dulcemente a los

robles gigantes que a la menor de las hojas de la hierba.

 

Y solamente es grande el que cambia la voz del viento

en una canción, hecha más dulce por su propio amor.

El trabajo es el amor hecho visible.

Y si no podéis trabajar con amor, sino solamente con

disgusto, es mejor que dejéis vuestra tarea y os sentéis

a la puerta del templo y recibáis limosna de los que trabajan

gozosamente.

Porque, si horneáis el pan con indiferencia estáis

horneando un pan amargo que no calma más que a medias

el hambre del hombre.

Y si refunfuñáis al apretar las uvas, vuestro murmurar

destila un veneno en el vino.

Y si cantáis, aunque fuera como los ángeles, y no

amáis el cantar, estáis ensordeciendo los oídos de los

hombres para las voces del día y las voces de la noche.

Esta cita ha sido tomada de un libro ejemplar, que los dos tenemos como libro de cabecera: El Profeta - Gibrán Khalil Gibrán.

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